martes, 17 de noviembre de 2015
NO PODEMOS PERMITIR QUE ALGUNOS MEDIOCRES E IMPROVISADOS SIGAN DESTRUYENDO NUESTRA HISTORIA.
Escribe: JOSÉ LUIS PALOMINO COLCA
Un Bien declarado Patrimonio de la Humanidad es un legado de la comunidad internacional y su presencia en un determinado país, le exige a este país un incremento de imaginación, preocupaciones y gastos para conseguir su protección y defensa. Aporta un testimonio único, o excepcional, de una civilización o de una tradición cultural desaparecida. ¡Y no es distorsionar ni alterar su verdadera esencia¡
Asimismo, ejerce una influencia considerable, en un período dado o en un área cultural determinada, sobre el desarrollo de la arquitectura, las artes monumentales, el planeamiento urbano o la creación de paisajes.
Además, constituye un ejemplo sobresaliente de establecimiento humano o de ocupación del territorio representativo de culturas tradicionales, sobre todo cuando son vulnerables a mutaciones irreversibles.
La histórica plaza de armas de Arequipa es un ejemplo eminente de un tipo de construcción o de conjunto arquitectónico o de paisaje que ilustra un período significativo de la historia humana. Y no es posible que sea alterado por algunos mediocres e improvisados. Sino es un patrimonio vivo.
Mediante estas manifestaciones patrimoniales significativas la gente recuerda y reconoce su pertenencia a un grupo social y a una comunidad; si bien la identidad cultural no es sólo una, sino múltiple, y siempre relacional y contextual; es decir, dinámica y procesual.
Por lo tanto, estos bienes culturales materiales e inmateriales no pueden disociarse. El patrimonio significa herencia viva que confiere sentido de continuidad, dado que vincula las generaciones anteriores con las posteriores.
Nuestros patrimonios, son la memoria de nuestra Comunidad, que la comunidad decide mantener como tal, sin desechar ni olvidar, guardando y protegiendo. Por ello, no lo "consume" sino lo "usa", no lo "gasta" y si lo "actualiza" pero, lo hace con mucho cuidado.
No podemos permitir que algunos mediocres e improvisados sigan destruyendo nuestra historia, nuestra cultura.
Salvemos nuestro patrimonio cultural y no lo cambiemos por focos coloridos y alteraciones irreversibles, las modificaciones actuales de la plaza de armas de Arequipa es un atentado y un error irreparable en pleno centro histórico.
Entiendo que puede haber gente que se sienta "dolida" por alguna opinión o idea que uno puede tener, pero por eso no nos vamos a callar porque sería traicionar nuestras ideas, nuestra convicción y nuestro compromiso con las causas que defendemos.
Ya los peruanos, al igual que muchos jóvenes, tuvimos que callar muchas cosas por aquellos largos años oscuros que cubrieron nuestro país como para que hoy, que podemos hablar con "libertad" y opinar sin miedo a la represión, bajemos la cabeza y nos traguemos sapos y culebras. Y como siempre…sigo sosteniendo que "con libertad y mis ideales no ofendo ni destruyo".
No valorar y aprovechar nuestros derechos sería matar a la democracia, es no querer salir del pozo como sociedad y traicionarnos a nosotros mismos y a todos nuestros conciudadanos.
MÁS ALLÁ DE LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA ¡LUCHEMOS POR UN NUEVO PERÚ!
¿QUIÉN DICE QUE NO SE PUEDE?
Escribe: JOSÉ LUIS PALOMINO COLCA.
Mientras los rostros visibles de esta derecha autoritaria se esfuerzan en ubicarse al centro del espectro político. Sin embargo, desde la orilla de la izquierda peruana aún es incierta esa posibilidad.
Y esa es la esperanza de esta derecha autoritaria y opresora. Que la izquierda siga sin rumbo y dividida, dejando el espacio político nacional libre para sus ambiciones deleznables.
En nuestro sufrido Perú, la izquierda sigue fragmentada, divorciada de los sectores populares y electoralmente marginado.
No hay tiempo que perder. Forjar la unidad más amplia del pueblo peruano, es esencial y urgente, construyamos una alternativa popular que nazca del seno del pueblo y vaya hacia el pueblo. La mayoría de los peruanos reclaman nuestra unidad.
El pueblo se hartó de las divisiones eternas, de los protagonismos, de las zancadillas ruines, de las herramientas usadas para deslegitimizar al del costado, esto es lo que más abunda, pero incapaces de llenarse de coraje, valor y ganas de arrancarle el poder a la derecha que es el enemigo principal del desarrollo real de todos los peruanos.
Por historia hemos visto los diversos intentos de unidad que fracasaron porque fueron en base a una coyuntura, además de caudillos, oportunistas y sectarios.
Los peruanos no podemos seguir eligiendo entre dos opciones de esta derecha que representan “al autoritarismo y la corrupción”.
Esta percepción de injusticia abre una puerta para la unidad de la izquierda peruana. A través de la izquierda podemos crear una sociedad más igualitaria (por ejemplo, cobrando más impuestos a los ricos para financiar políticas públicas que beneficien a la mayoría). De hecho, en un país como el Perú, donde más del 80% cree que la distribución de la riqueza es injusta, un programa redistributivo y de equidad sigue siendo el clamor de las grandes mayorías.
Ratificamos nuestra plena intención y compromiso de fortalecer nuestras organizaciones políticas y seguir bregando por la unidad, más allá del proceso electoral de 2016.
Es decir debemos concentrarnos en un verdadero trabajo de organización y formación de nuevos cuadros, para crear líderes desde las bases para la toma de poder y construir una nueva sociedad emprendedora.
Las discusiones programáticas son sin duda importantes, pero también lo son aquéllas relacionadas con las estrategias y escenarios de actuación política. Sin embargo, muy poco de esto hemos hecho en los últimos años.
Y para ello necesitamos contar con una izquierda fuerte orgánicamente y sólido en su propuesta política. La izquierda tiene que adaptarse a esta nueva realidad social.
Tenemos que ganar y demostrar que desde la izquierda se puede tener un país moderno con inversión e inclusión real, con servicios públicos, buena alimentación, educación formadora, salud, transporte y seguridad de buena calidad.
Si los viejos y la nueva generación de políticos progresistas empezamos a construir esa izquierda para el 2016, cambiaría profundamente la dinámica electoral. Pero el tiempo se acaba.
Todo esto se puede enfrentar desde una voluntad y capacidad política consciente, la que hasta ahora no parece existir.
Su conversión en alternativa política viable pasa por lograr espacios o plataformas comunes. Debemos de empezar a construir estrategias y desarrollar capacidades para llegar a amplios sectores de la población, organizarla y representarla, recogiendo sus demandas reales.
El período electoral que se avecina es una oportunidad. De lo que se trata es de formar un frente y una unidad programática y cohesión de todas las fuerzas, porque el objetivo, insisto, es gobernar el país con sensibilidad humana.
A todos los izquierdistas nos une el criterio de tener una plataforma común. Todos los que representamos a la izquierda peruana, tenemos coincidencias que debemos fomentar construyendo alianzas y hoy este es un paso importante.
Desde esta sincera actitud autocritica, LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA, demandará sacrificios, dolorosas concesiones en el seno de las distintas organizaciones, como evidencia que se ha superado el dogmatismo ideológico y programático, el sectarismo, el caudillismo, el oportunismo y la línea economicista de muchas organizaciones de izquierda que nos mantuvo divididos.
Necesitamos urgente un proyecto de izquierdas para un Perú Nuevo, y eso tiene que pasar, nos guste o no, por la unidad programática de todas las izquierdas, por salvar lo poco que se avanzó en la construcción del Frente Único y darle un nuevo impulso de construcción orgánica, definición programática y elaboración de un proyecto estratégico para construir un FRENTE ÚNICO como el referente unitario de todas las izquierdas.
Aún es tiempo para luchar y defender valores e ideales que contribuyan a la consecución de una sociedad más justa e igualitaria, como base para mejorar las condiciones de vida de todos los peruanos. Es bueno recordarlo, por si algunos lo han olvidado.
¿QUÉ SIGNIFICA SER DE IZQUIERDA?
En vísperas de un nuevo siglo es importante debatir el ser de izquierda, para lograr acuerdos substanciales que permitan avanzar hacia una refundación de la izquierda y superar los fantasmas de un pasado aun oscurecido por las pasiones de algunos oportunistas y vitalicios protagonistas de antaño que aún perduran.
La caída de liderazgos político nos está enviando una profunda señal. Las personas necesitan doctrinas, necesitan concepciones claras de vida. Y esas miradas, esas cosmovisiones de cómo nos organizamos como sociedad, deben tener coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
La crítica y desazón frente a la incoherencia de estos líderes con pies de barro son abrumadoras. Falta sinceramiento y honestidad política de todos: porque cuando un líder no hace lo que dice que iba a hacer, pierde por completo su autoridad como representante de otros. De hecho, es lo que vemos hoy en nuestro país y en el mundo entero.
¿Tiene sentido hoy ser de izquierdas? Hoy más que nunca “sí”. Ante el desmedido ataque de esta derecha autoritaria que enarbola la bandera neoliberal, recortando los derechos de la mayoría de los peruanos, el desmantelamiento del estado, el bienestar de todos o la destrucción de nuestro medio ambiente.
Ser de izquierdas es entender que aún es tiempo para luchar y evitar que el deterioro que está produciendo la acción de los gobiernos de derechas sea más profundo y no alcance límites irreversibles.
Ser de izquierda es sentir indignación ante las injusticias, corrupción y la opresión, es pensar más que en ti en los demás, es soñar con un Perú nuevo y superior y es lo mejor que un peruano puede llegar a ser. Tiene ideas del progreso, de la solidaridad y de la igualdad.
Es de izquierda es luchar por la igualdad de las condiciones de vida de la gente (canasta básica). La búsqueda de la igualdad es lo básico en ser de izquierda. En nuestro país, por ejemplo, es la desigualdad ante la ley uno de los aspectos que más discriminan a un número considerable de personas, principalmente a los jóvenes. En estos días hemos visto por ejemplo que un mismo delito tiene distintos tratos según quienes lo perpetran.
¿Es de izquierdas alguien que le impide a las generaciones futuras disfrutar de un medio ambiente sano? ¿Y quién lucha contra la explotación laboral? ¿Lo es quien en nombre de fines de inclusión ejerce la violencia, articula organizaciones autoritarias, obliga a sacrificios no consensuados o usa a las personas como piezas de sus objetivos? ¿Creer en la justicia social y la enseñanza pública gratuita es delito? ¿Comprometerse en la defensa del medio ambiente y la ecología es ser terrorista? ¿Cuál es la mezcla perfecta entre Estado y Mercado sin dejar de buscar también el equilibrio entre Igualdad y Libertad?
Yo soy de izquierda porque es imposible que sea de derecha, porque una me da las respuestas que la otra no; porque lo que la izquierda representa no es un grupo de partidos políticos que se “dicen” de izquierda, para mi ser de izquierda es una forma de vivir, sentir, actuar y amar, es una forma de ver un Perú nuevo, como los de la derecha jamás podrán verlo.
Los atentados en París desde la cultura occidental
Consternación, miedo, rechazo, discriminación, violencia, odio. Muchos son los apelativos que se utilizan para categorizar el horror vivido en París el 13-N. Los medios de comunicación informan con pesar cómo aumenta el número de víctimas y las autoridades de la UE hacen un llamado para enfrentar juntos y de manera globalizada a los terroristas del Estado Islámico, grupo yihadista que autoproclamó la autoría del atentando.
A simple vista estamos en presencia de un acto de violencia directa y simbólica, llevado a cabo por un grupo armado que promueve la instauración de un califato musulmán con sede en los países que hoy controla en su gran mayoría: Siria e Irak. Sin embargo, ¿quiénes son realmente los responsables de atentados como los ocurridos en Damasco, Beirut, Túnez, Turquía o el mismo París?
Responder con violencia a la violencia es alimentar un círculo que nunca va acabar. El denominado “proceso de Paz” en Siria lleva más de cuatro años sin dar respuesta. Se busca una solución al conflicto pero no se incluye a los principales afectados: el pueblo sirio. La última reunión realizada en Viena el 30 de octubre fue anunciada como un logro histórico, ya que contaba con miembros de 17 países, pero curiosamente no hubo ningún representante del gobierno sirio o de la oposición.
Lo que verdaderamente importa son los intereses de las grandes potencias y quién liderará el país cuando acabe la guerra civil, no las víctimas, refugiados y migrantes que no tienen dónde ir. Incluso se han gastado millones de euros en muros de contención en las fronteras de los países para privarles el paso. En su momento fue Melilla (territorio español, ubicado en África), hoy le siguen Grecia, Bulgaria, Hungría, e incluso Suecia ya avisó que planea la construcción de una cerca.
En este conflicto no hay que hablar de víctimas y victimarios, sino más bien de la urgencia que existe por cambiar el actual paradigma. Hablar desde la Paz a través de la Paz, sin mancharnos las manos de sangre con más violencia. Aceptar y entender que somos seres humanos diferentes y que ninguna cultura está por sobre la otra. Entendiendo la Paz como un constante estado de desorden que responde a los comportamientos de la humanidad. De lo contrario, actos violentos, armados y terroristas como lo vivido en París seguirán ocurriendo.
La conferencia de prensa de Hollande tras los atentados en París parece ser una figura calcada de las reacciones de Bush tras la caída de las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001, cuando hizo un desesperado grito de guerra contra todos los “terroristas” del mundo. En aquella ocasión se aniquiló, conquistó y masacró a poblaciones con la excusa de buscar a los responsables de la matanza en Nueva York, lo mismo ocurrió en marzo del 2003 cuando se invadió Irak con la excusa de la presencia de armas de destrucción masiva que nunca fueron halladas, ocupando y expulsando a miles de iraquíes de sus hogares.
Hoy, el panorama es el mismo. Hollande prometió responder con la mayor dureza y sin contemplación alguna con los responsables. ¿Se habrá propuesto lo mismo cuando comenzó a bombardear Siria para derrocar al gobierno de Bashar Al Assad sin importar la presencia de millones de civiles en las calles del territorio sirio y sus consecuencias posteriores?
Por las calles de Granada, España (lugar donde resido) se vive con cautela el proceso. La gente se muestra incrédula ante la escalada de violencia, pero sigue circulando y consumiendo como si nada hubiese ocurrido y en los barrios árabes (Granada fue capital del Reino Nazarí musulmán hasta 1492, antes de la ocupación de los Reyes Católicos), prevalece el temor a posibles represalias debido a sus creencias. Por su parte, el gobierno español liderado por Mariano Rajoy ha sido enfático en señalar que “ante las amenazas globales, responsabilidad global y cooperación creciente, nadie está a salvo de la sinrazón y el fanatismo, una lacra que amenaza y golpea a la población civil en cualquier parte del mundo”
Estamos en presencia de un conflicto a escala mundial entre la cultura dominante y la dominada, tal como señaló décadas atrás la filósofa francesa Simone Weil: “Occidente ha organizado el vivir colectivo en torno a la supremacía de ‘la razón’, y en ella se han justificado las diferentes formas de jerarquía y dominación; la invención de estructuras sociales, económicas, políticas, religiosas... son racionales dentro de su propia lógica. “
No se trata de justificar lo injustificable, la violencia desgarradora del EI ha matado y aniquilado sin piedad, demostrando un trato inhumano sobre todo con las mujeres, basándose en una lectura radicalizada del Islam que la mayoría de los musulmanes no apoya ni comparte. En este conflicto no hay que hablar de víctimas y victimarios, sino más bien de la urgencia que existe por cambiar el actual paradigma. Hablar desde la Paz a través de la Paz, sin mancharnos las manos de sangre con más violencia. Aceptar y entender que somos seres humanos diferentes y que ninguna cultura está por sobre la otra. Entendiendo la Paz como un constante estado de desorden que responde a los comportamientos de la humanidad. De lo contrario, actos violentos, armados y terroristas como lo vivido en París seguirán ocurriendo.
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