martes, 17 de noviembre de 2015

Los atentados en París desde la cultura occidental

Consternación, miedo, rechazo, discriminación, violencia, odio. Muchos son los apelativos que se utilizan para categorizar el horror vivido en París el 13-N. Los medios de comunicación informan con pesar cómo aumenta el número de víctimas y las autoridades de la UE hacen un llamado para enfrentar juntos y de manera globalizada a los terroristas del Estado Islámico, grupo yihadista que autoproclamó la autoría del atentando. A simple vista estamos en presencia de un acto de violencia directa y simbólica, llevado a cabo por un grupo armado que promueve la instauración de un califato musulmán con sede en los países que hoy controla en su gran mayoría: Siria e Irak. Sin embargo, ¿quiénes son realmente los responsables de atentados como los ocurridos en Damasco, Beirut, Túnez, Turquía o el mismo París? Responder con violencia a la violencia es alimentar un círculo que nunca va acabar. El denominado “proceso de Paz” en Siria lleva más de cuatro años sin dar respuesta. Se busca una solución al conflicto pero no se incluye a los principales afectados: el pueblo sirio. La última reunión realizada en Viena el 30 de octubre fue anunciada como un logro histórico, ya que contaba con miembros de 17 países, pero curiosamente no hubo ningún representante del gobierno sirio o de la oposición. Lo que verdaderamente importa son los intereses de las grandes potencias y quién liderará el país cuando acabe la guerra civil, no las víctimas, refugiados y migrantes que no tienen dónde ir. Incluso se han gastado millones de euros en muros de contención en las fronteras de los países para privarles el paso. En su momento fue Melilla (territorio español, ubicado en África), hoy le siguen Grecia, Bulgaria, Hungría, e incluso Suecia ya avisó que planea la construcción de una cerca. En este conflicto no hay que hablar de víctimas y victimarios, sino más bien de la urgencia que existe por cambiar el actual paradigma. Hablar desde la Paz a través de la Paz, sin mancharnos las manos de sangre con más violencia. Aceptar y entender que somos seres humanos diferentes y que ninguna cultura está por sobre la otra. Entendiendo la Paz como un constante estado de desorden que responde a los comportamientos de la humanidad. De lo contrario, actos violentos, armados y terroristas como lo vivido en París seguirán ocurriendo. La conferencia de prensa de Hollande tras los atentados en París parece ser una figura calcada de las reacciones de Bush tras la caída de las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001, cuando hizo un desesperado grito de guerra contra todos los “terroristas” del mundo. En aquella ocasión se aniquiló, conquistó y masacró a poblaciones con la excusa de buscar a los responsables de la matanza en Nueva York, lo mismo ocurrió en marzo del 2003 cuando se invadió Irak con la excusa de la presencia de armas de destrucción masiva que nunca fueron halladas, ocupando y expulsando a miles de iraquíes de sus hogares. Hoy, el panorama es el mismo. Hollande prometió responder con la mayor dureza y sin contemplación alguna con los responsables. ¿Se habrá propuesto lo mismo cuando comenzó a bombardear Siria para derrocar al gobierno de Bashar Al Assad sin importar la presencia de millones de civiles en las calles del territorio sirio y sus consecuencias posteriores? Por las calles de Granada, España (lugar donde resido) se vive con cautela el proceso. La gente se muestra incrédula ante la escalada de violencia, pero sigue circulando y consumiendo como si nada hubiese ocurrido y en los barrios árabes (Granada fue capital del Reino Nazarí musulmán hasta 1492, antes de la ocupación de los Reyes Católicos), prevalece el temor a posibles represalias debido a sus creencias. Por su parte, el gobierno español liderado por Mariano Rajoy ha sido enfático en señalar que “ante las amenazas globales, responsabilidad global y cooperación creciente, nadie está a salvo de la sinrazón y el fanatismo, una lacra que amenaza y golpea a la población civil en cualquier parte del mundo” Estamos en presencia de un conflicto a escala mundial entre la cultura dominante y la dominada, tal como señaló décadas atrás la filósofa francesa Simone Weil: “Occidente ha organizado el vivir colectivo en torno a la supremacía de ‘la razón’, y en ella se han justificado las diferentes formas de jerarquía y dominación; la invención de estructuras sociales, económicas, políticas, religiosas... son racionales dentro de su propia lógica. “ No se trata de justificar lo injustificable, la violencia desgarradora del EI ha matado y aniquilado sin piedad, demostrando un trato inhumano sobre todo con las mujeres, basándose en una lectura radicalizada del Islam que la mayoría de los musulmanes no apoya ni comparte. En este conflicto no hay que hablar de víctimas y victimarios, sino más bien de la urgencia que existe por cambiar el actual paradigma. Hablar desde la Paz a través de la Paz, sin mancharnos las manos de sangre con más violencia. Aceptar y entender que somos seres humanos diferentes y que ninguna cultura está por sobre la otra. Entendiendo la Paz como un constante estado de desorden que responde a los comportamientos de la humanidad. De lo contrario, actos violentos, armados y terroristas como lo vivido en París seguirán ocurriendo.

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