martes, 22 de junio de 2021

LA CUESTIÓN CERRÓN


 .
Un alegato político a contracorriente.

José de la Cruz.
Abogado, docente universitario y ex articulista del Diario El Comercio.

El problema no es Cerrón, sino, el cerrón de nulidades del fujimorismo, afirmó el maestro sanmarquino Aníbal Torres, logrando, hábilmente, escabullir a las preguntas afiladas del periodismo, como parte de una campaña orquestada de los medios para destruir la alianza, social y política, del binomio Castillo-Cerrón.

La primera campaña orquestada de los medios de prensa, al servicio de las corporaciones y del fujimorismo, fue la imputación de comunismo y chavismo; luego, la carencia de equipo técnico; y siguieron con la desaparición de las instituciones; y finalmente, con el supuesto machismo del candidato del lápiz, entre otros. Al final no dio resultado nada de esto y terminó ganando el maestro rural de Cajamarca.

Sin embargo, estas campañas orquestadas, nos lleva a encontrar, y entender, hacia dónde apunta la élite y la derecha peruana, que se resiste a tener un presidente plebeyo nacido del pueblo. Esta resistencia de las élites y de los sectores acomodados y beneficiarios del modelo económico, es una constante en la historia de las luchas políticas. 

Allá por el siglo IV a.c. Lucio Sextio, Tribuno de la Plebe de Roma, presentó un proyecto de ley, conocidas como las Leyes Liciniae, para que de los dos cónsules romanos, que gobernaban Roma, uno sea plebeyo y el otro patricio; ante tremenda osadía, los patricios se resistieron a dicha figura y se inició una batalla política. La arremetida de los plebeyos basados en su fuerza del número y la mediación del dictador Camilo hizo retroceder a los patricios que terminaron cediendo a cambio de que haya pretores patricios, convirtiéndose Lucio Sextio en el primer cónsul plebeyo. Sobre este hecho cuenta Maquiavelo, que los patricios, no contentos, continuaron su lucha y solo permitieron la estancia de un día al cónsul plebeyo, en la más alta magistratura romana.

Este hecho político nos enseña, que nuestra élite empresarial y social, nuestros “patricios”, guardando las distancias, no se van a quedar con los brazos cruzados, por el contrario van hacer todo el esfuerzo para que el profesor Castillo, si fuera posible, dure un solo día en el gobierno, como cuenta la historia romana, en el caso sea proclamado presidente. Ante los vientos de un posible golpe de estado, no tradicional.

La pregunta clave es cómo lo van a lograr. Dos conceptos desde la ciencia política es fundamental para entender la estrategia de la derecha. Primero, “deslegitimar” el triunfo del profesor Castillo, mediante la imputación mañosa de fraude; segundo, aislarlo de su base y “representación política partidaria” golpeando y destruyendo al secretario general del partido que lo encumbró a la presidencia: Vladimir Cerrón.

Este ensayo no es una defensa sobre la figura de Cerrón; sino, un análisis para entender la campaña orquestada y destructiva de la prensa, contra el político que tuvo la perspectiva, desde sus ideas políticas marxistas leninistas, darle el soporte organizacional y político al candidato plebeyo, hoy virtual presidente.

Sobre la defensa de Cerrón, ya lo hicieron, desde diversas disciplinas, con mucha solvencia, tres profesionales, entre otros; un abogado ilustre, el maestro Jorge Rendón Vasquez, profesor de San Marcos y la Sorbona, concluyendo la ilegalidad de la sentencia; un reconocido periodista del Diario La República, Ricardo Uceda, en un artículo denominado El indefendible, concluyendo lo injusto de su sentencia, tan igual de injusto como la sentencia de Alduviri de Puno; y finalmente, una psicóloga, la doctora Carmen Gonzales, quien tratando de explicar el ataque sobre Cerrón, manifestó: que atacan a Cerrón por que lo perciben estructurado y fuerte.

La configuración de una personalidad está basada en su moral y su razón; por tanto, si se trata de destruir a una persona se ataca esos dos flancos. Su moral y sus ideas. Nuestros “patricios”, y su prensa corrupta, cuando atacan de corrupto a Cerrón, no lo hacen en defensa de la moralidad, sino, con el objetivo de destruir al político; lo acusan de marxista leninista, atacando sus ideas, con un macartismo vil del siglo pasado. Acaso Alfonso Barrantes no fue marxista y leninista (lean la entrevista que dio a Cesar Hildebrandt) y su gobierno municipal no fue el infierno caótico que vocifera la derecha inmoral. De sus dos gobiernos regionales de Cerrón en Junín, no hay a la fecha ninguna decisión política de tipo comunista trasnochado, como vocinglera la prensa mermelera. 

Los estrategas políticos de la derecha peruana, saben que el primer paso para debilitar un gobierno, es que el mandatario se conduzca por la falta de lealtad y la traición al pueblo, lo lograron con Ollanta, para luego darle lecciones de moralidad y convertirlo en uno más de ellos. Y hacer de la política la inmoralidad manifiesta; qué hay más inmoral que la traición al amigo que ayudó a la toma del poder. Por eso la prensa busca que el profesor Castillo traicione a Cerrón, a su compañero de lucha y andanzas políticas.

No hay gobierno medianamente sostenible sin un partido político que lo sostenga. Y hacia ahí afilan sus baterías la prensa orquestada al servicio de las élites; destruir a Cerrón, el político, es destruir el partido que sostiene al mandatario. Si Castillo piensa que solo va sostener su gobierno con la sociedad civil, etérea, anárquica, dependiente de la prensa en un gran porcentaje, está equivocado.

Enfrentar a Castillo y Cerrón es el objetivo de la derecha, divide y reinarás dice el dicho, es reducir a un mínimo el número de congresistas de Perú Libre en el parlamento, al ya reducido número que tienen. A eso apunta la derecha. A aislar a Castillo, y luego rodearlo, y como dice Hildebrandt a punta de periodicazos, de la prensa concentrada, maniatarlo. Y hacer de su gobierno el más mediocre posible, para que el pueblo recuerde que la opción de izquierda es un fracaso y no es viable en estas tierras de encomenderos corporativos.

Que entienda el pueblo, por que atacan a Cerrón, no es la defensa de la moralidad pública, es el odio estratégico a sus ideas políticas, al partido; sin partido político, de sostén, la democracia representativa no existe, y cualquier gobierno es débil. Hasta el propio kelsen, sí, el de la Teoría Pura del Derecho, recomendaba a los ciudadanos la militancia partidaria para el funcionamiento del sistema representativo. Ahí está la clave. Destruye al partido y a su representante y no tendrás gobierno. Cerrón es el rostro del partido, y sobre él es el cargamontón mediático y ruin, que se resiste a un gobierno nacido de la voluntad popular y del Perú profundo.

 Por ello, yerran los invitados, aliados y técnicos, y los caviares, al hacer el juego a la derecha y sus medios periodísticos, intentando desconocer el liderazgo partidario de Cerrón. Creer que el tecnicismo, de las políticas públicas, aislado de lo político nos va sacar de la situación de crisis, es no haber entendido el Perú y sus élites. Parafraseando a Fukuyama, en su libro Los orígenes de las instituciones políticas: el problema es político, qué hacemos con estas élites antidemocraticas, encomenderas, no modernas, que filtran todas las buenas intenciones de la políticas públicas a sus intereses de grupos dominantes. El problema es político y la derecha lo saben muy bien, por ello destruye la base política de Castillo, el partido: Cerrón.

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