Nuevamente, el presidente García conmociona a nuestra sociedad con una frase celebre que quedará grabada en la historia política de nuestro país. Lo revelado por el periodista Jaime Bayly desnuda el criterio “pandillezco y delincuencial” con que ciertos políticos buscan acceder al gobierno, no con el objetivo de servir a la Nación sino con la finalidad de enriquecerse a costa del Estado y la pobreza de millones de peruanos y peruanas, que siguen esperando que el crecimiento económico llegue a sus vidas.
“No seas cojudo, hombre, la plata llega sola” será el rótulo con que se marcará el segundo periodo presidencial del APRA, partido político que no supo aprovechar la nueva oportunidad que le dio el pueblo para quitarse de la imagen de corrupción que tiene desde su primer y desastroso gobierno. Rómulo León, Remigio Morales, Jorge del Castillo, Alberto Quimper, Barrios Ipenza, Petroaudios, SIS, Essalud, Collique, Paita, etc., son algunos de los nombres y casos emblemáticos que demuestran que el régimen de García concluyó con la institucionalización de la corrupción iniciada en su anterior periodo y profundizada por el reo Alberto Fujimori.
Las desastrosas consecuencias de estos actos de corrupción se observan en el rechazo que la población tiene a las instituciones democráticas, como lo indica la última encuesta de la Universidad Católica, que el Congreso, Poder Judicial y el Gobierno llegan al 80% de desaprobación. Muy de cerca se encuentran los partidos políticos, cuyo rechazo por parte de la opinión pública es algo muy preocupante, debido a que serán protagonistas en las próximas elecciones.
Lo dicho por García expresa también la forma en que algunos empresarios e inversionistas nacionales y extranjeros generan ganancias en el Perú, a través del pago de coimas o entregando beneficios ilegales a determinados políticos, con el fin de lograr objetivos económicos, práctica “gubernamental” que se evidenció a finales del siglo pasado con los “vladivideos”.
Estos actos de corrupción los pagamos todos, a través de los pésimos servicios que recibimos por parte de los privados y los bajos salarios, además de la violación de nuestros derechos laborales, como lo indica los más de 5 mil despedidos por sindicalizarse y los casi 90 asesinados por defender su puesto de trabajo, como ocurrió con el obrero Luis Huapaya, crimen perpetrado por un seudo sindicato vinculado a una central aprista, contando con el apoyo de algunos malos oficiales de la Policía Nacional.
No podemos quedarnos pasivos frente a esta realidad. Es nuestra responsabilidad luchar contra la corrupción y los corruptos denunciándolos permanente. Asimismo, otra oportunidad son las elecciones del 2011, optando por una alternativa que verdaderamente resuelva los problemas que aquejan a las familias peruanas y demuestre que para todos, “la plata no llega sola, hay que sudarla”.
Criticar a los corruptos es fácil. Olvidar el genocidio que cometieron los apristas y no fue castigado, es algo que simplemente no se comenta entre los peruanos. Nadie recuerda cuando robaron hasta las monedas para venderlas al peso, haciendo que el Perú sea el primer país en usar el chicle como medio de pago. Somos un pueblo sin memoria, y en 20 años hemos olvidado todo. Votaremos por Humala, olvidando lo que pasó con Velasco, su autoritarismo, y su odio al peruano blanco. Nada de eso se enseña a los jóvenes que no saben que sucedió en esa época, y se dejan arrastrar nuevamente por los profesores pro senderistas.
ResponderEliminarMas dificil es proponer una alternativa coherente en el único país que se multa el pobre en forma onerosa por no acudír a votar, así el voto del pobre sin educación que puede ser comprado con un Kg. de fideos, vale tanto como el ciudadano educado. Eso es lo que nadie habla, ni se atreve a cambiar. Eso es lo que hace permanecer a los corruptos en el poder.
HAGAMOS UN PLESBICITO Y LOS CORRUPTOS NO COMPRARAN MAS LOS VOTOS.
Wilfred Flores